El capitalismo ha formulado su tipo ideal con la figura del hombre unidimensional. Conocemos su retrato: iletrado, inculto, codicioso, limitado, sometido a lo que manda la tribu, arrogante, seguro de sí mismo, dócil. Débil con los fuertes, fuerte con los débiles, simple, previsible, fanático de los deportes y los estadios, devoto del dinero y partidario de lo irracional, profeta especializado en banalidades, en ideas pequeñas, tonto, necio, narcisista, egocéntrico, gregario, consumista, consumidor de las mitologías del momento, amoral, sin memoria, racista, cínico, sexista, misógino, conservador, reaccionario, oportunista y con algunos rasgos de la manera de ser que define un fascismo ordinario. Constituye un socio ideal para cumplir su papel en el vasto teatro del mercado nacional, y luego mundial. Este es el sujeto cuyos méritos, valores y talento se alaban actualmente. (Michel Onfray)


martes, 18 de enero de 2011

VOLUNTAD Y DESEO (2004)

Si uno pudiera ser un caballo sin jinete, trotando obstinado hacia una cumbre siempre inaccesible, contra el viento, trotando obstinado hacia una luz siempre fugitiva, dispuesto a detenerse sólo ante la muerte, cabalgando hasta la extenuación, sin riendas, sin bridas, sin espuelas, fieramente avanzando —alegremente, como un ángel vencido— hacia la muerte...
Si uno apenas viera ante sí nada más que la caída y no cejara en su empeño, la vida se estaría viviendo entonces como un acto supremo de dominio... Si uno apenas viera ante sí nada más que la noche más obscura y no cejara en su entusiasmo, la vida se estaría viviendo entonces como un acto máximo de fuerza... ¿Lo comprendes?
Si uno pudiera ser un caballo heroico que corre hacia una luz cegadora, ¡qué sensación voluptuosa de eternidad!

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