El capitalismo ha formulado su tipo ideal con la figura del hombre unidimensional. Conocemos su retrato: iletrado, inculto, codicioso, limitado, sometido a lo que manda la tribu, arrogante, seguro de sí mismo, dócil. Débil con los fuertes, fuerte con los débiles, simple, previsible, fanático de los deportes y los estadios, devoto del dinero y partidario de lo irracional, profeta especializado en banalidades, en ideas pequeñas, tonto, necio, narcisista, egocéntrico, gregario, consumista, consumidor de las mitologías del momento, amoral, sin memoria, racista, cínico, sexista, misógino, conservador, reaccionario, oportunista y con algunos rasgos de la manera de ser que define un fascismo ordinario. Constituye un socio ideal para cumplir su papel en el vasto teatro del mercado nacional, y luego mundial. Este es el sujeto cuyos méritos, valores y talento se alaban actualmente. (Michel Onfray)


sábado, 8 de octubre de 2011

DE LA PROFUNDIDAD DEL AGUA (2011)




Mar, en el esplendor del mediodía, te contemplo desde el umbral claroscuro del pinar y nace en mí una infinita nostalgia por un tiempo ignorado en la conciencia de la especie.

Te contemplo con los ojos cerrados mientras mi sangre fluye acompasada al vaivén de tus olas y mi cuerpo palpita al ritmo primordial que surge de la profundidad de tus aguas

Mientras mi carne se alimenta de luz solar y mi piel se reconoce en el barro perfumado y vegetal de tu ribera, oh mar, escucho tu canto sin palabras.

Tú guardas el secreto, mar azul profundo.

Mientras mi conciencia se disuelve en el perfil de tu horizonte, oh mar, escucho tu canto sin palabras.

Tú guardas el secreto, profundo mar azul.
 

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