El capitalismo ha formulado su tipo ideal con la figura del hombre unidimensional. Conocemos su retrato: iletrado, inculto, codicioso, limitado, sometido a lo que manda la tribu, arrogante, seguro de sí mismo, dócil. Débil con los fuertes, fuerte con los débiles, simple, previsible, fanático de los deportes y los estadios, devoto del dinero y partidario de lo irracional, profeta especializado en banalidades, en ideas pequeñas, tonto, necio, narcisista, egocéntrico, gregario, consumista, consumidor de las mitologías del momento, amoral, sin memoria, racista, cínico, sexista, misógino, conservador, reaccionario, oportunista y con algunos rasgos de la manera de ser que define un fascismo ordinario. Constituye un socio ideal para cumplir su papel en el vasto teatro del mercado nacional, y luego mundial. Este es el sujeto cuyos méritos, valores y talento se alaban actualmente. (Michel Onfray)


martes, 10 de abril de 2012

«LA VENTANA». TRADUCCIÓN DE UN POEMA DE JOAN VERGÉS (2003)



Fotografia feta per Nuri Bilge Ceylan



LA FINESTRA

Més val
que ajustis la finestra,
les veus que ara et somriuen
no tenen res a veure
amb els discos ratllats
on vas gravar
tan malament
la teva vida.
No miris més
les fulles verdes
ni les mans juntes
dels qui comencen
a estimar-se.
Feixuc de diòptries,
no tens dret
ni a una mica de cel
d'aquesta tarda clara.
Desconnecta el pick-up,
desa al fons de l’armari
aquests apunts ridículs
de poesia nova,
i deixa que els records,
mes fidels que la vida,
et facin companyia.
Torna al teu centre:
la capsa dels retrats,
les postals en relleu,
els cromos de batalles
i els vells intents de versos
que no vas saber escriure
i que ja hauries
d'haver llençat al foc
fa tant de temps.
Deixa que a poc a poc
la sang se't torni espessa
i t'endormisqui
la son del fer-se vell,
qui sap si a l’hora dolça
de començar a morir.


LA VENTANA

Más vale
que ajustes la ventana,
las voces que ahora te sonríen
no tienen nada que ver
con los discos rayados
en los que grabaste
de cualquier manera
tu vida.
No mires más las hojas verdes
ni las manos unidas
de los que empiezan
a amarse.
Agobiado de dioptrías,
no tienes derecho
ni a un poco del cielo
de esta tarde clara.
Desenchufa el tocadiscos,
guarda en lo hondo del armario
estos apuntes ridículos
de poesía nueva,
y deja que los recuerdos,
más fieles que la vida,
te hagan compañía.
Vuelve a tu centro:
la caja de los retratos,
las postales en relieve,
los cromos de batallas
y los viejos intentos de versos
que no supiste escribir
y que ya deberías
haber tirado al fuego
hace mucho tiempo.
Deja que poco a poco
la sangre se te vuelva espesa
y te adormezca
el letargo del envejecer,
quién sabe si en la hora dulce
de empezar a morir.

Joan Vergés, La vida nova, 1970.


Traducción al castellano de Jorge F. Fernández Figueras.



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