El capitalismo ha formulado su tipo ideal con la figura del hombre unidimensional. Conocemos su retrato: iletrado, inculto, codicioso, limitado, sometido a lo que manda la tribu, arrogante, seguro de sí mismo, dócil. Débil con los fuertes, fuerte con los débiles, simple, previsible, fanático de los deportes y los estadios, devoto del dinero y partidario de lo irracional, profeta especializado en banalidades, en ideas pequeñas, tonto, necio, narcisista, egocéntrico, gregario, consumista, consumidor de las mitologías del momento, amoral, sin memoria, racista, cínico, sexista, misógino, conservador, reaccionario, oportunista y con algunos rasgos de la manera de ser que define un fascismo ordinario. Constituye un socio ideal para cumplir su papel en el vasto teatro del mercado nacional, y luego mundial. Este es el sujeto cuyos méritos, valores y talento se alaban actualmente. (Michel Onfray)


martes, 30 de octubre de 2012

NACIONALISMO TRIVIAL (2012)





Como no somos viejos ermitaños viviendo aislados en la soledad del monte agreste, sabemos muy bien que la democracia ha muerto. Hasta hace poco, al día siguiente de ganar las elecciones, los hombres de Estado europeos se olvidaban de buena parte de las promesas hechas a los electores y comenzaban a aplicar su programa oculto. Ahora ni eso, desde el día después de ganar las elecciones hasta el día en que salen por la puerta trasera del escenario de la farsa, los pequeños grandes estadistas de papel actúan bajo las órdenes dictatoriales del poder supremo del Mercado que transmiten los burócratas del Fondo Monetario Internacional, el Banco Central Europeo y la Comisión Europea.

Pobres, ya no les queda ni la libertad de tener algún gesto de benevolencia hacia sus rebaños para compensarnos un poco por la manipulación a la que nos han sometido y por el desdén con que nos tratan, el gobierno de burócratas que ningún pueblo europeo ha elegido en ninguna elección, que no representa la voluntad de ningún ciudadanía, ahora también los tiene subyugados a ellos bajo su talón de hierro.

En este contexto, ¿qué significa independencia? ¿Qué significa tener el derecho a decidir? Tiene que significar gozar de una liberación que vaya más allá de segregar las instituciones de gobierno catalanas de las del Estado Español; tiene que significar rescatar la democracia, o sea, rescatar la secuestrada soberanía del pueblo de las manos caciquiles de nuestra clase política tradicional, encabezada por las derechas nacionalistas, y de las de los burócratas del FMI, el BCE y la CE; tiene que significar independizarnos en política exterior de la dictadura de los Estados Unidos y en política económica de la devastadora doctrina de la secta neoliberal; tiene que significar buscar alternativas a la economía capitalista —al borde del colapso, por cierto— explorando formas de economía participativa, planificada y controlada por los colectivos de trabajadores, los consumidores y las pequeñas y medianas comunidades administrativas...

Así pues, si el gobierno de Artur Mas convoca un referéndum sobre la independencia de Cataluña —espero que no se atrevan a proclamar el Estado Catalán desde el Parlamento, despreciando la voluntad directa de las ciudadanas y los ciudadanos—, deberíamos exigir que, en nombre del respeto al derecho a decidir, también se nos consulte sobre nuestra voluntad de alcanzar un gobierno democrático de verdad y de desvincularnos del neoliberalismo que está destruyendo los servicios públicos esenciales, que no respeta el medio ambiente, que ataca la cultura enriquecedora para favorecer el enriquecimiento con la cultura, que humilla a los pueblos, que les hace enfrentarse entre ellos... Si se puede preguntar si Cataluña quiere desvincularse de España, también se puede preguntar si Catalunya quiere desvincularse de todas las instituciones supraestatales opresoras.

Y no deberíamos dejarnos engañar por los que querrán meternos el miedo en el cuerpo. Las derechas catalanas dirán: «Eso es imposible, es una quimera, dejaos de ideología...». ¿No es lo mismo que dicen las derechas españolas en otro contexto?

Si sois de los que pensáis que hay que luchar y sufrir si se quiere vencer, si sois de los que pensáis que no hay que tener miedo a romper con el pasado si se lleva un mundo nuevo en el corazón, si queréis independencia, no os podéis conformar con un sucedáneo, hay que ir por todas, sin encogerse.

Se debe poder ejercer el derecho a decidir si queremos una democracia verdadera en la que la soberanía sea popular, las personas sean más respetadas que el Mercado y la sociedad tenga más poder que el Estado. Según mi criterio, esto es independentismo y cualquier otro «independentismo» será simplemente una manifestación de nacionalismo trivial, unas veces afable, otras arrogante, pero siempre ineficaz.


(Versión en castellano del texto «Nacionalisme trivial», publicado en Diari de Terrassa, 26 de setembre de 2012.)




lunes, 29 de octubre de 2012

VIVIENDA: ¿DERECHO SOCIAL O MERCANCÍA? (2012)





El derecho a la vivienda es un derecho social incluido en numerosos tratados internacionales y en las legislaciones de los estados europeos, pero de hecho estas evitan hacer referencias concretas al compromiso adquirido y ni especifican si una persona puede invocar su derecho a una vivienda en caso de no poder obtener una con sus propios medios ni, mucho menos, explican cómo podrían hacerlo.

En nuestro rudimentario y menguante Estado del Bienestar, la administración no ha considerado nunca el derecho a disfrutar de una vivienda digna desde el punto de vista de los derechos sociales, sino que siempre ha creído más importante el mercado inmobiliario que la ciudadanía.

En los últimos años, el problema del acceso a la vivienda ha empeorado debido al protagonismo de la construcción en el desarrollo económico del Estado. La política de vivienda se basó en buena parte en la concesión de ayudas a promotores y compradores, algo muy conveniente para los promotores que hicieron buenos negocios al abrigo del dinero público, pero que no fue de ayuda precisamente para los compradores. Una consecuencia de ello fue que se favoreciera con dinero público la construcción de viviendas para la venta en detrimento de la de viviendas de alquiler. Además, en 1985 la dificultad de alcanzar una vivienda se agravaba con un decreto promulgado por el ministro socialista Boyer que eliminaba la protección a los inquilinos.

Veinte años después, el gobierno de Zapatero proclamó unos cambios que hacían concebir esperanzas: la creación de un Ministerio de la Vivienda y el anuncio de la voluntad de fomentar el alquiler. Estos buenos deseos no acabaron dando ningún fruto apreciable y la crisis económica ha obstaculizado aún más que antes la posibilidad de alcanzar una vivienda digna.

Los problemas derivados de una falta de programación o de una planificación errática en la tarea de hacer efectivo el derecho a una vivienda digna tienen a buena parte de la población entre la espada y la pared. Quizá el tanto por ciento de personas sin techo —que viven en la calle— o sin hogar —que viven en albergues— no es todavía muy significativo, pero cada vez hay más que sufren inseguridad en su lugar de alojamiento —por la amenaza de desahucio, porque viven en viviendas saturadas o sin condiciones de habitabilidad— o que —entre nuestra juventud— no pueden independizarse por la conjunción de salarios miserables y precios de venta o alquiler inasequibles.

¿Qué políticas de vivienda podrían ayudar a escapar de este callejón sin salida? Evidentemente, un amplio abanico de medidas que contemplara las necesidades de los diferentes tipos de afectados: creación de pisos tutelados para personas sin techo y de ayudas públicas para personas que no puedan afrontar los gastos iniciales de un alquiler; intervención de la administración pública para evitar los desahucios mediante asesoramiento jurídico y gestiones de conciliación, y disposición de viviendas públicas para cederlas en casos de emergencia; proposición de incentivos a los propietarios de viviendas vacías para que los alquilen y creación de viviendas sociales en régimen de cesión de uso de la administración pública a los residentes y, por último, aplicación estricta del reconocimiento del derecho a la vivienda mediante la creación de estructuras administrativas con competencias específicas y protocolos ágiles y concretos que permitan exigir su aplicación por vía judicial.


(Versión en castellano del texto «Habitatge: dret social o mercaderia?», publicado en Diari de Terrassa, 26 d'octubre de 2012.)


lunes, 22 de octubre de 2012

HABITATGE: DRET SOCIAL O MERCADERIA? (2012)






El dret a l'habitatge és un dret social inclòs en nombrosos tractats internacionals i en les legislacions dels estats europeus, però de fet aquestes eviten fer referències concretes a aquest compromís adquirit i ni especifiquen si una persona pot invocar el seu dret a un habitatge en cas de no poder obtenir-ne un amb els seus propis mitjans ni, encara menys, expliquen com podrien fer-ho.


En el nostre rudimentari i minvant Estat del Benestar, l’administració no ha considerat mai el dret a gaudir d’un habitatge digne des del punt de vista dels drets socials, sinó que sempre ha considerat més important el mercat immobiliari que la ciutadania.


Els darrers anys, el problema de l’accés a l’habitatge va empitjorar a causa del protagonisme de la construcció en el desenvolupament econòmic de l’Estat. La política d’habitatge es va basar en bona part en la concessió d’ajuts a promotors i compradors, cosa molt convenient per als promotors que van fer bons negocis a redós dels diners públics, però que no va ajudar precisament els compradors. Una conseqüència n’és que es va afavorir amb diners públics la construcció d’habitatges per a la venda en detriment de la d’habitatges de lloguer. A més, l’any 1985 la dificultat d’assolir un habitatge s’agreujava amb un decret promulgat pel ministre socialista Boyer que eliminava la protecció als llogaters.


Vint anys després, el govern de Zapatero va proclamar uns canvis que feien concebre esperances: la creació d’un Ministeri de l’Habitatge i l’anunci de la voluntat de fomentar el lloguer. Aquests bons desitjos no van acabar donant cap fruit apreciable i la crisi econòmica ha obstaculitzat encara més que abans la possibilitat d’assolir un habitatge digne.


Els problemes derivats d’una manca de programació o d’una planificació erràtica en la tasca de fer efectiu el dret a un habitatge digne tenen bona part de la població entre l’espasa i la paret. Potser el tant per cent de persones sense sostre —que viuen al carrer— o sense llar —que viuen en albergs— no és encara gaire significatiu, però cada vegada n’hi ha més que pateixen inseguretat en el seu lloc d’allotjament —per l’amenaça de desnonament, perquè viuen en habitatges saturats o sense condicions d’habitabilitat— o que —entre la nostra joventut— no poden independitzar-se per la conjunció de salaris miserables i preus de venda o lloguer inassequibles.


¿Quines polítiques d’habitatge ens podrien ajudar a sortir d’aquest cul-de-sac? Evidentment, un ventall ampli de mesures que contemplés les necessitats dels diferents tipus d’afectats: creació de pisos tutelats per a persones sense sostre i d’ajuts públics per a persones que no puguin afrontar les despeses inicials d’un lloguer; intervenció de l’administració pública per evitar els desnonaments mitjançant assessorament jurídic i gestions de conciliació, i disposició d'habitatges públics per cedir-los en casos d'emergència; proposició d’incentius als propietaris d’habitatges buits per a què els lloguin i creació d’habitatges socials en règim de cessió d'ús de l’administració pública als residents; i, per acabar, aplicació estricta del reconeixement del dret a l’habitatge mitjançant la creació d’estructures administratives amb competències específiques i protocols àgils i concrets que permetin exigir la seva aplicació per via judicial.


(Publicat a Diari de Terrassa, 26 d'octubre de 2012. Versió reduïda del text «Habitatge: dret social o producte mercantil?
»)

martes, 16 de octubre de 2012

HABITATGE: DRET SOCIAL O PRODUCTE MERCANTIL? (2012)







El dret a l'habitatge és un dret social àmpliament reconegut. Està inclòs en tractats internacionals com ara la Declaració Universal dels Drets Humans, el Pacte Internacional de Drets Econòmics, Socials i Culturals i la Carta Social Europea. També està reflectit a les legislacions dels països europeus, la majoria dels quals inclou el dret a l'habitatge en les seves constitucions —a l'article 47 de la Constitució espanyola, per exemple—, però la realitat és que els diferents estats eviten fer referències concretes sobre aquest compromís adquirit i ni especifiquen si una persona pot invocar el seu dret a un habitatge en cas de no poder obtenir-ne un amb els seus propis mitjans ni, encara menys, expliquen com podrien fer-ho.

En el cas concret del rudimentari i minvant Estat del Benestar assolit a Espanya, l’administració no ha considerat mai el dret a gaudir d’un habitatge digne des del punt de vista dels drets socials, sinó des d’un punt de vista economicista segons el qual pesava més el cantó de la balança corresponent al mercat immobiliari que el cantó que corresponia a la ciutadania.

Durant els darrers anys, aquest problema de l'accés a l'habitatge va empitjorar a causa del protagonisme del sector de la construcció en el desenvolupament econòmic a l’Estat. Possiblement per aquest motiu la política d’habitatge es va basar en bona part en la concessió de crèdits i subvencions a promotors i compradors, cosa molt convenient per als promotors que van fer uns bons negocis a redós dels diners públics, però que no va ajudar precisament les persones amb pocs recursos econòmics.

Una conseqüència d’aquesta situació n'és que es va afavorir la construcció d’habitatges per a la venda amb diners públics en detriment de la d’habitatges de lloguer. A més, l’any 1985 la ciutadania va veure com la dificultat d’assolir un habitatge s'agreujava encara més a causa d'un decret promulgat pel ministre socialista Miguel Boyer que eliminava la protecció als llogaters contemplada a la legislació franquista.

Vint anys després, el govern de Rodríguez Zapatero va proclamar uns canvis que feien concebre esperances en una nova d’orientació administrativa que afavorís una política social d’habitatge: la creació d’un Ministeri de l’Habitatge, segregant del Ministeri de Foment les funcions corresponents, i l’anunci de la voluntat de tornar a fomentar el lloguer d’habitatge. Com ja sabem, tots aquests bons desitjos no van acabar donant cap fruit apreciable i la crisi econòmica ha obstaculitzat encara més que abans la possibilitat d’assolir un habitatge digne.

En aquest moment, els problemes derivats d’una manca de programació o d’una planificació erràtica en la tasca de fer efectiu el dret a un habitatge digne tenen col·locada bona part de la població entre l’espasa i la paret. Potser el tant per cent de persones sense sostre —que viuen al carrer— o sense llar —que viuen en albergs— no és encara gaire significatiu, però cada vegada n’hi ha més que pateixen inseguretat en el seu lloc d’allotjament —per l’amenaça de desnonament, per haver de viure de forma inadequada en habitatges saturats de residents o sense condicions d’habitabilitat— o que —entre la nostra joventut— no poden independitzar-se per la conjunció de salaris miserables i preus de venda o lloguer inassequibles.

¿Quines polítiques d’habitatge ens podrien ajudar a sortir d’aquest cul-de-sac? Evidentment, un ventall ampli de mesures que contemplés el context i les necessitats dels diferents tipus de persones afectades: la creació de pisos tutelats per a persones sense sostre i d’ajuts públics per a persones que no puguin afrontar les despeses inicials d’un lloguer; la intervenció de l’administració pública per evitar els desnonaments mitjançant l’assessorament jurídic i les gestions de conciliació, així com la disposició d'habitatges de propietat pública per cedir-los en casos d'emergència; la proposició d’incentius als propietaris d’habitatges buits per a què els ofereixin en lloguer i la creació d’habitatges socials en règim de cessió d'ús de l’administració pública als residents; i, per acabar, l’aplicació estricta del reconeixement del dret a l’habitatge mitjançant la creació d’estructures administratives amb competències específiques i protocols àgils i concrets que permetin exigir la seva aplicació per via judicial.


jueves, 11 de octubre de 2012

AÑORANZA (2012)


Imatge de la pel·lícula Le grand Meaulnes (1967)



Añoro la claridad difusa percibida en un antiguo sueño olvidado al despertar y del que sólo he conservado esa sensación encantadora.

¿Podré recuperarla?


Imatge de la pel·lícula Le grand Meaulnes (1967)

miércoles, 10 de octubre de 2012

ATARAXIA (2012)



Fotografia de Jordi Gual




Esénciate con la mirada que penetra, desgarra tu mente capa tras capa y deja atrás raciocinio y aprendizaje.

Retorna a la conciencia primigenia hasta recobrar entre puras lágrimas el grito de angustia de quien nace.

Después encamínate hacia la niebla, como libre y desnuda  existencia humana que serena se dispone a ausentarse.

lunes, 8 de octubre de 2012

DESPOSEERME (2012)



Fotografia realizada por Spencer Tunick.


Será preciso volverse débil, entregarse de manera seductora, con humildad y ternura, no con el mérito de la virtud, sino sin esfuerzo, con la espontaneidad de un acto aprehendido, enraizado en mi forma de vida.

Seducir, pero no con la voluntad, sino con la sencillez de las actitudes de una naturaleza adquirida, sin desearlo.

Será necesario dejar de pagar el alto precio de la ambición y el orgullo pues, cuanto más se posee por la fuerza o el engaño, mayor es nuestra pobreza.

Seducir, sí, pero como forma de entrega que no de conquista. Cautivar, sí, pero sin dejar huella.


Será imprescindible que comience a desposeerme, a ser sin pertenecerme.

jueves, 4 de octubre de 2012

AÑORANZA (2012)


Creación visual de JFFF




Ahora es un árbol caído,
sin raíces,

añora el viento ábrego y su tibieza,
la luz radiante de aquella primavera,
el perfume intenso de los jazmines... 


miércoles, 3 de octubre de 2012

MELANCOLÍA (2012)


Creación visual de JFFF



Ni renuncia ni mesura,
ni intensidad del deseo...
ninguna me satisface.


Tristeza por una ternura
perdida en aquel tiempo
que ya es inalcanzable.


lunes, 1 de octubre de 2012

TODA UNA VIDA… (2012)






Ella era la niña fea de la clase. No como otras feas que resultan graciosas por su viveza o simpatía, no. ¿Por qué la encontrábamos tan fea? Sin duda por ser tan modosita o, más bien, por ser tan desangelada, como oí decir un día entre profesoras.

En clase quería ser la mejor alumna, siempre atenta, siempre atareada, sólo se distraía para alisarse la falda y encoger las piernas cuando alguna mirada perdida se posaba en sus pantorrillas, pero sus notas eran tan mediocres que ni ese consuelo le quedaba.

Pobre niña, estaba tan enamorada del guapo de la clase —como todas— que no podía evitar que se le viera una lucecita en los ojos —yo se lo había advertido— cuando lo miraba de soslayo.

Estaba tan enamorada... ¿Recordáis lo que es un amor de adolescencia? ¿Recordáis quizá vuestra pasión secreta de adolescencia?

Cuando dejó el colegio, entró a trabajar en un banco, en un mundo de cifras y frases muertas, y se pasaba los domingos en compañía de madre, tías, abuelas y viejas, fue como si dejara de existir para nosotros.

Él, ya lo he dicho, era el guapo de la clase, pero no con esa belleza de algunos muchachos insípidos que sólo se encuentra en la armonía de las facciones del rostro y el equilibrio de los miembros del cuerpo, tenía la belleza total que suma además el gesto y la mirada.

Fue un hombre joven feliz que prolongó durante años su adolescencia con indolente desparpajo, gozando de la vida a tragos largos. Más como siempre, como nos sucede a todos tarde o temprano, el viento frío desnudó de ilusiones todos los árboles del laberinto de su mente y el otoño de las cigarras y el desequilibrio y la confusión del mundo lo fueron arrinconando, primero en la vulgaridad de la escasez y más adelante en una precariedad sin retorno.

Los años pasan, la gente divertida se serena, se empareja, tiene hijos, se encierra en casa, desaparece petrificada. Los jóvenes hermosos ven como otros aún más jóvenes y más hermosos aparecen en escena trayendo consigo un nuevo séquito, ignorándoles, desplazándoles. La soledad…

Adiós muchachas hermosas y mujeres opulentas, trajes caros y comidas en restaurantes de lujo, adiós tenis en clubs selectos y coches deportivos deslumbrantes. A todo eso hubo de renunciar a la fuerza e incluso, más adelante, a la melancólica mediocridad de los príncipes destronados.

Se refugió en el alcohol y con él descendió poco a poco hasta llegar a las barras roñosas de los bares de la periferia desde las que tantos fracasados creemos subir a por aire desde el fondo de nuestro abismo.

Quienes compartimos su infancia y juventud comentábamos de tanto en tanto su triste situación, aunque en secreto no dejáramos de sentir una infame complacencia al verle caído.

Hasta allí, hasta aquellos bares donde él malgastaba su vejez prematura, fue a encontrarlo ella. ¿Cómo supo dónde encontrarlo? ¿Quién debió informarla? ¿Fue un comentario casual fruto del azar o una respuesta a sus inquisiciones? ¡Que importan los detalles! Fue a por el hombre que deseaba, eso es lo que cuenta.

Al principio él se mostró indiferente, a veces la trató con un menosprecio que rozaba la insolencia —lo sé bien, fui testigo en ocasiones—, hasta que un día, pasados muchos meses y aún algún año, sin saber porqué, comenzaron a rememorar juntos las agridulces imágenes de su adolescencia. Así, de esa manera, consiguió ganarse un espacio en lo que al hombre aún le quedaba de corazón.

Los encuentro con frecuencia tomando el fresco en la terraza de los bares de las grandes avenidas o refugiados del viento y el frío en la calidez de las cafeterías señoriales o paseando por los viejos parques bajo el sol de sus últimos días dorados.

¿Os imagináis qué debe sentirse cuando una persona que se creía desahuciada de la ternura, perdida toda esperanza de alcanzar un poco de afecto íntimo, descubre de repente la presencia placentera de una dulce y tibia pasión?

Ella es ahora una mujer feliz, ahora su rostro refleja toda la belleza que puede ofrecer este nuestro mundo.