El capitalismo ha formulado su tipo ideal con la figura del hombre unidimensional. Conocemos su retrato: iletrado, inculto, codicioso, limitado, sometido a lo que manda la tribu, arrogante, seguro de sí mismo, dócil. Débil con los fuertes, fuerte con los débiles, simple, previsible, fanático de los deportes y los estadios, devoto del dinero y partidario de lo irracional, profeta especializado en banalidades, en ideas pequeñas, tonto, necio, narcisista, egocéntrico, gregario, consumista, consumidor de las mitologías del momento, amoral, sin memoria, racista, cínico, sexista, misógino, conservador, reaccionario, oportunista y con algunos rasgos de la manera de ser que define un fascismo ordinario. Constituye un socio ideal para cumplir su papel en el vasto teatro del mercado nacional, y luego mundial. Este es el sujeto cuyos méritos, valores y talento se alaban actualmente. (Michel Onfray)


viernes, 30 de noviembre de 2012

¿ANTISEMITISMO? (2012)



Viñeta de Latuff


No hace muchos días leí en internet un artículo cuyo autor, en medio de una larga y no muy bien redactada explicación sobre las razones del fracaso de España como estado —y justo después de afirmar salvadorsostreando que una de sus grandes aportaciones a la cultura universal es el robo—, soltaba que «España sigue siendo uno de los países más vergonzosamente antisemitas del mundo, en dura pugna con Venezuela e Irán».

Siempre que leo afirmaciones como esta, me pregunto de dónde deben salir los datos que las sostienen y me contesto enseguida que seguramente la Jewish Agency for Israel, de la Global Jewish Advocacy o de alguna agencia de desinformación o de algún grupo de presión similares.

Realmente cuesta creer que Cataluña —todavía incluida dentro de España, desde un punto de vista jurídico-institucional— sea antisemita. Cualquier observador atento puede darse cuenta de que el sionismo goza de muchas simpatías entre la derecha catalanista, posiblemente porque Jordi Pujol siempre ha tomado como modelo esa ideología nacionalista judía, ya desde los tiempos más remotos de su proyecto mesiánico personal, pero también sin duda porque el sionismo mueve bastante dinero y tiene mucho poder político.

En el ámbito de la derecha catalanista hay destacados publicistas de la causa sionista, algunos dotados de un aura de intelectualidad como Joan B. Culla, y otros más bien burdos como Pilar Rahola, pero también hay bastante simpatizantes a la sombra como, por ejemplo, Alfons López Tena, que nos descubrió hace pocos días su simpatía por esa ideología: «Yo soy proisraelí y prosionista. Al menos la mitad de los miembros de mi partido son de la Asociación Catalana de Amigos de Israel ».

No tengo nada que objetar a sus declaraciones, cada uno es libre de sentir simpatía por un bando o por el otro en este conflicto, pero no dejo de encontrar sorprendente que quien cree que hay que liberar al pueblo catalán de la opresión destructora del Estado Español sienta tanta simpatía por el Estado de Israel en su lucha por aniquilar al pueblo palestino.

Dejando al margen, pues, el caso particular de Cataluña, contra la afirmación de que España es uno de los tres países más antisemitas del mundo, sólo me cabe argumentar que no creo que un estado que cambia sus leyes para proteger a criminales de guerra israelíes pueda ser tachado con ese calificativo tan desagradable. Eso fue lo que sucedió el año 2009, cuando el gobierno español, con el apoyo de PSOE, PP, CiU y PNV, reformó la Ley Orgánica del Poder Judicial para impedir que se volvieran a repetir actuaciones como la de un miembro de la Audiencia Nacional que pretendía juzgar Ben-Eliezer, ministro de Defensa de Israel, por una masacre de 2002 en la que murieron once niños palestinos.

Si como parece las fuerzas políticas mayoritarias españolas y catalanas coinciden en su simpatía hacia el sionismo y en su defensa del Estado de Israel, hay que pensar que los sospechosos de antisemitismo debemos ser, pues, la gente de la calle con un mínimo sentimiento humanitario a los que nos gustaría el fin de un largo conflicto en el que consideramos que ambos bandos ejercen una violencia que afecta víctimas inocentes, pero que al mismo tiempo no podemos dejar de denunciar que en este enfrentamiento del Estado de Israel utiliza misiles de la última tecnología y bombas de racimo de fósforo blanco para apoyar su política de limpieza étnica, mientras los palestinos se limitan a defenderse con piedras y cohetes artesanales para no seguir siendo aniquilados de manera lenta, pero inexorable.




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