El capitalismo ha formulado su tipo ideal con la figura del hombre unidimensional. Conocemos su retrato: iletrado, inculto, codicioso, limitado, sometido a lo que manda la tribu, arrogante, seguro de sí mismo, dócil. Débil con los fuertes, fuerte con los débiles, simple, previsible, fanático de los deportes y los estadios, devoto del dinero y partidario de lo irracional, profeta especializado en banalidades, en ideas pequeñas, tonto, necio, narcisista, egocéntrico, gregario, consumista, consumidor de las mitologías del momento, amoral, sin memoria, racista, cínico, sexista, misógino, conservador, reaccionario, oportunista y con algunos rasgos de la manera de ser que define un fascismo ordinario. Constituye un socio ideal para cumplir su papel en el vasto teatro del mercado nacional, y luego mundial. Este es el sujeto cuyos méritos, valores y talento se alaban actualmente. (Michel Onfray)


domingo, 21 de julio de 2013

LA TINIEBLA DEL TIEMPO (2013)


Fotografía realizada por Tayfun Eker


Al alba inicié el ascenso. Fue hermoso el trayecto. Poco a poco la luz se hizo más y más intensa y comenzaron a oírse los cantos de los pájaros y la vegetación que me rodeaba se volvió brillante y diversa de colores, y la brisa esparció los aromas que exhalaban los árboles y la tierra mojada.

El sol de mediodía licuó la escarcha de las umbrías y secó mi ropa empapada de rocío.

Arriba, arriba, con el viento, había que subir hasta la cumbre, hasta alcanzar la altura en que la luz es más transparente y donde ojos alcanzan a vislumbrar el mar allí en la lejanía, más allá de montes, colinas, valles, llanos, ríos, pueblos, ciudades…

El viento como un surtidor ciclópeo y mágico me dio alas y al llegar al apogeo me elevé por los aires, sobre la cima, arriba, arriba, subiendo, flotando, remontando el vuelo, temblando de gozo, meciéndome en su seno, alucinado...


Al despertar, fue largo y monótono el regreso, y tantas veces me perdí o me detuve impotente en las encrucijadas o añoré la quimera. Sin embargo, al fin las experiencias me devolvieron a mi naturaleza y esta me condujo hacia la senda clara de la virtud: amor, reflexión, voluntad, mesura.


Ahora reposo junto al fuego del hogar, la estancia repleta ya de sombras temblorosas. Anochece. Mis ojos tienen la mirada perdida, pero en mi mente fluyen lentamente una tras otras las imágenes del viaje y los senderos que recorrí en otros tiempos.  Las recuerdo con ternura.

Ahora aún escucho crepitar las brasas mortecinas, pero dentro de poco serán cenizas tibias. Y cuando se apague la memoria, entonces… entonces mis ojos se cerraran y me dispondré a desvanecerme con placidez, disuelto en la tiniebla del tiempo.


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